CRÍTICA: “Gru 4: Mi Villano Favorito”
Los Minions sostienen (una vez más) una nueva entrega que se resiste a crecer con su público.
Hace dos semanas llegó a los cines Del Revés 2, secuela de la aclamada película de 2015 de Disney Pixar, y que ha sido todo un éxito, tanto en taquilla como en recepción. Todo un éxito, el más rotundo desde el fenómeno “Barbenheimer” del pasado verano, que se debe, en su mayor parte, a que su protagonista, ahora adolescente, navega por un complejo mar de nuevas emociones, incluido el de la ansiedad, y que calan profundamente entre su público, que ha crecido junto a ella. Y es que, ahora se estrena en cines una nueva entrega de la adorada saga de Illumination, Gru. Mi villano favorito, pero que, a diferencia de Del Revés 2, no quiere crecer con sus espectadores.
En Gru 4: Mi villano favorito, después de que Maxime Le Mal, archienemigo de Gru en el instituto y galardonado supervillano convertido en híbrido de cucaracha, se escape de la cárcel en busca de venganza, Gru, ahora agente de la Liga Antivillanos, y su familia, que ahora cuenta con un nuevo integrante, Gru Jr., se dan a la fuga y adoptan una nueva identidad en el pintoresco pueblo de Mayflower. Asumiendo la identidad de Chet Cunningham, vendedor de placas solares, Gru lucha por mantener su nueva fachada mientras intenta mantener a salvo a sus seres queridos.
La dirección de Chris Renaud – que codirigió las dos primeras entregas de Gru. Mi villano favorito – y Patrick Delage – animador de las también dos primeras entregas – asegura que esta cuarta entrega mantenga la estética y esencia que caracterizan a esta querida saga de Illumination. Sin embargo, donde falla estrepitosamente esta nueva entrega es en su guion, escrito por Ken Daurio, veterano de la franquicia, y Mike White, sorprendentemente el director y guionista de la magnífica The White Lotus. Un guion en el que no hay ningún rastro de esa brillantez del segundo, con una historia que se siente muy desarticulada e inconexa.
Una historia con demasiadas subtramas que, aunque individualmente entretienen con sus inconfundibles gags, colectivamente no logran crear ninguna cohesión entre ellas, pareciendo más una colección de cortos. Una vez que la familia de Gru llega a su nuevo hogar en Mayflower, Gru aprovecha el momento para intentar conectar con su hijo Gru Jr., con escenas – algunas muy cómicas – que recuerdan a la dinámica entre Bob y Jack Jack en Los Increíbles 2. Pero, esta nueva entrega tampoco se olvida de la faceta supervillana de Gru con un simpático robo en su antigua escuela, el Lycee Pas Bon, que también aparece en la secuencia inicial, y que perfectamente podría ser el lugar de la próxima entrega precuela de los Minions.
Los miembros restantes de la familia se llevan subtramas mucho más irregulares. Lucy, la pareja de Gru, asume su nueva identidad como peluquera, mientras que su anterior e interesantísima faceta como agente secreto desaparece por completo. Por otro lado, ninguna de las niñas tiene un desarrollo significativo: Agnes y Edith asisten a una sola clase de karate – sí, esa es su mayor trama en esta entrega – y Margo se enfrenta al reto de adaptarse a un nuevo instituto sin explorar a fondo las dificultades que tiene para hacer amigos. Unas niñas que se han quedado estancadas, tanto en su desarrollo como en su edad, debido a que los creadores han tomado la decisión – y muy equivocada – de no hacer crecer a los personajes, al más puro estilo de Los Simpson y que priva a su público de presenciar el ‘coming of age’ de estas niñas tan carismáticas, pero con tan poco desarrollo.
No nos olvidemos de los personajes por los que todo el mundo va al cine a ver esta saga animada y familiar: los Minions. A excepción de tres de ellos, el resto de los Minions han ido al cuartel general de la Liga Antivillanos donde cinco de ellos reciben un supersuero que los convierte en Megaminions, Minions con superpoderes: Mega Dave con superfuerza, Mega Tim con elasticidad, Mega Mel con rayo láser, Mega Gus con habilidades de vuelo y Mega Jerry con la forma y resistencia de una roca. Personajes que pretenden satirizar los arquetipos de los superhéroes de Marvel y DC, dos de ellos parecidos a Mr Fantástico y La Cosa de Los 4 Fantásticos, y uno de ellos a Cíclope de X-Men, e incluso con una referencia a la mítica escena de Spider-Man parando un tren en la película de Sam Raimi. Megaminions que, humor aparte, se sienten enormemente desaprovechados y aislados en la historia que la película quiere contar.
Además, el nuevo villano de la película, Maxime Le Mal, resulta ser un eslabón muy débil. Un villano con voz en off en versión original de Will Ferrell (Barbie) que, junto a su novia Valentina, que simplemente complementa a este personaje sin aportar nada significativo, aparece prácticamente al principio y al final de la película sin que en medio haya conflicto alguno y resolviéndose todo muy rápido y precipitado, sin estar a la altura de otros de los villanos de la saga como Vector o El Macho.
En definitiva, Gru 4: Mi villano favorito es una película que ni arriesga ni quiere crecer junto a su público. Una nueva entrega que se queda en su zona de confort y en la que, una vez más, la salva su humor minionístico y la nueva relación de Gru con su hijo. Aun así, con sus defectos, los fans de la saga volverán a disfrutar con el regreso de Gru y sus adorables secuaces amarillos.
NOTA: ★★½
“GRU 4: MI VILLANO FAVORITO”, YA EN CINES.
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