Crítica de ‘Hermana Muerte’: Paco Plaza orquesta una Hermana Muerte inquietante, pero desafina en su clímax.

Dentro del prolífico ecosistema del horror cinematográfico, el terror religioso ocupa un rincón especialmente incómodo por su malsana carga simbólica y su imaginería retorcida. Veterano de este subgénero y uno de sus estandartes más reconocibles en el panorama español, Paco Plaza, regresa con Hermana Muerte, precuela de su exitosa Verónica, que se estrena ahora en Netflix.
Esta pieza de nunsploitation nos sitúa en la posguerra española, y sigue a Narcisa (Aria Bedmar), joven novicia con poderes sobrenaturales, que llega a un antiguo convento reconvertido en colegio de niñas para ejercer como profesora. Nada puede salir bien. Pronto, sucesos extraños y visiones inquietantes la arrastrarán a desentrañar los secretos que envuelven al lugar y perturban a sus moradoras.

La película sigue una estructura muy clara, dividida en tres capítulos. En este tríptico, sus dos primeros actos abrazan con solvencia un horror gradual al estilo ‘slow-burn’ que establecen una atmósfera inquietante y opresiva. Pero el tercero… ay. El desmedido clímax decepciona con un giro y un final excesivamente estridente que, si bien puede funcionar como golpe de efecto para algunos adeptos del género, disuena respecto al tono más contemplativo construido en los capítulos anteriores con tanto esmero.

A pesar de estos problemas de guion y ritmo, la película de Plaza destaca principalmente por las actuaciones del reparto, los planos de cámara y la ambientación, que logran todos ellos crear una atmósfera inquietante. Entre las interpretaciones, la actriz principal, Aria Bedmar (Acacias 38), en su primer largometraje, consigue brillar y es un gran descubrimiento. Aunque lo mejor es su imaginería del terror religioso –cruces ardiendo o monjas vestidas de blanco con hábitos ensangrentados–, que configura un retablo gótico de innegable fuerza icónica.
No obstante, el abuso constante de sueños y visiones acaba por lastrar el relato. Este recurso onírico, efectivo en dosis moderadas, se convierte en una elección fácil en un género que a menudo requiere más valentía y riesgo. A todo ello le sumamos una escena final que intenta establecer una conexión con la película Verónica. Escena forzada y que no encaja de manera orgánica en el contexto de la historia y que podría haberse omitido o haberse añadido como una escena post-créditos.

En definitiva, Hermana Muerte se ve afectada por un desequilibrio evidente. A medida que la trama avanza, se hace evidente que la película oscila entre momentos de suspense gradual y un final exorbitantemente explosivo. Pero es una película que destaca por sus actuaciones, su cuidada ambientación y su capacidad para generar una atmósfera turbadora. Y con el fiasco que fue La monja 2, Hermana Muerte se alza como la mejor película de terror de monjas de este año.
NOTA: ★★★☆☆
“HERMANA MUERTE”, ESTRENO EL VIERNES EN NETFLIX.
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