CRÍTICA: “Misterio en Venecia”
Cuando Agatha Christie conoció a Allan Poe.
Desde que en el 2017 decidiese adaptar la mundialmente conocida novela de Agatha Christie “Asesinato en el Orient Express”, Kenneth Branagh ha entrado en una fase como director que se asemeja, en menor o mayor medida (dependiendo de la película), a su trabajo más temprano como adaptador de las obras de Shakespeare en la gran pantalla. Una fase en la que el director nacido en Belfast busca adaptar con “Misterio en Venecia”, y por tercera vez, una novela de la autora británica (concretamente ‘‘Las manzanas”) dejando en el camino su impronta y marca personal.
Una adaptación que nos lleva al corazón de la Venecia de los años cuarenta de la mano de un retirado Hércules Poirot (Kenneth Branagh), el detective belga de fama mundial que, tras haber descifrado numerosos casos, trata de buscar la paz y el sosiego en la ciudad de Italia. Tranquilidad y sosiego que se verán alteradas por Ariadne Oliver (Tina Fey), una vieja amiga escritora de novelas de misterio que le convence para asistir a una sesión de espiritismo en un antiguo palacete veneciano en la noche de Halloween con el fin de desenmascarar a la supuesta estafadora que lo lleva a cabo. Sin embargo, lo que parecía un simple ejercicio de deducción y búsqueda de la trampa de la pitonisa (Michelle Yeoh), acabará en uno de los mayores misterios a los que se ha tenido que enfrentar el detective.
A diferencia de las dos ocasiones anteriores en las que Kenneth ha llevado a la gran pantalla una novela de Agatha Christie, en “Misterio en Venecia” sabe integrar de manera simbiótica la escenografía y localizaciones de la Venecia más oscura en la historia que nos quiere contar. Una historia mucho más tenebrosa y paranormal de lo que la típica película de detectives nos tiene acostumbrados, y donde el intento por parte de Poirot de racionalizar los distintos sucesos (a priori) paranormales que acontecen es el eje principal sobre el que se sustenta la tensión y misterio que impera durante toda la cinta. Una tensión alimentada por una banda sonora tenue pero intrigante, y una fotografía tétrica repleta de planos cortos y sombríos. Sin duda, el mejor trabajo de dirección de Kenneth dentro de esta trilogía sobre el detective creado por Agatha Christie, y el que más nos recuerda a su fase shakespeariana por como el uso de decorados de época juegan un papel clave a la hora de crear una puesta en escena minimalista pero efectiva.
Un trabajo de dirección exquisito que lleva a buen puerto el guión con ritmo pausado pero tenso escrito por Michael Green, y donde el misterio se cocina a fuego lento escena por escena gracias a un juego de luces y sombras que le sienta muy bien a esta adaptación. Un guion consciente de sus limitaciones, que contempla a partes iguales el uso de ‘scarejumps’ propios del cine de terror y el de clichés y estructuras previsibles de uno de los subgéneros más manidos del cine, el de detectives. Sin embargo, gracias a su tono lúgubre y místico al más puro estilo Edgar Allan Poe, es capaz de distanciarse de este último tipo de películas, siendo capaz de situar al espectador en el centro de la acción, sembrando esa continua duda de si lo que estamos presenciando, al igual que se lo plantea Poirot, es fruto de un asesino perspicaz o de sucesos paranormales. El interés no solo radica en quién es el culpable, sino hasta qué punto los sucesos que tienen lugar en el palacete veneciano son obras de seres mortales. Un interés que se prolonga hasta un frío desenlace que no termina de satisfacer por completo la tensión y misterio latente durante todo el metraje.
En cuanto a las actuaciones, estamos ante una película coral, con un elenco de caras no tan conocidas como en ocasiones anteriores, pero que solventan con gran eficiencia las necesidades interpretativas que demanda el tono y ritmo de la película, y donde ningún papel o interpretación destaca sobre el resto.
En conclusión, “Misterio en Venecia” es una película que coquetea continuamente con el cine de terror y lo sobrenatural, incluyendo elementos y fórmulas del género a un guion sólido y bien construido, pero que no termina de romper en un final que sabe a poco. Una película sobre mentalidades y formas de concebir la realidad opuestas, pero que deben encontrarse para dar con la respuesta, y donde el trabajo que nos deja Kenneth Branagh al frente de la dirección es el mejor de esta trilogía sobre Hércules Poirot. Una muy buena película de misterio que hubiera resaltado más de haberse estrenado en la noche de Halloween.
NOTA: ★★★☆☆
“MISTERIO EN VENECIA”, YA EN CINES.
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