CríticasPelículas

Crítica de ‘Thunderbolts*’: La salud mental como superpoder.

Thunderbolts pelicula 2025
© Disney

Cuando el Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) inició su andadura allá en 2008 con Iron Man, nadie podía llegar a imaginar que estábamos ante la saga cinematográfica más ambiciosa y exitosa de la historia moderna. Durante sus tres primeras fases –la Saga del Infinito–, Marvel Studios enganchó a su audiencia con una fórmula basada en el equilibrio entre el espectáculo visual, el humor accesible y las historias de héroes con conflictos emocionales ligeros, pero efectivos. Sin embargo, tras su épico cierre con Vengadores: Endgame, el UCM entró en una etapa de redefinición, donde la cuarta y quinta fase han constituido un campo de experimentación, en ocasiones errático, en busca de nuevas voces, tonos y estructuras narrativas.

Thunderbolts* representa, en muchos sentidos, el primer gran acierto de esta búsqueda. Y es que, no solo ofrece un producto cohesionado y visualmente poderoso, sino que se atreve a llevar al UCM a terrenos más sombríos y emocionalmente complejos. Eso sí, sin abandonar el ADN que lo convirtió en un fenómeno global. La cinta dirigida por Jake Schreier (Beef, Ciudades de papel) no solo es el cierre oficial de la Fase 5, sino también una intensa declaración de intenciones: Marvel está dispuesta a madurar, y lo quiere hacer con alma, sentido del humor y humanidad.

Thunderbolts
© Disney

Lo que más puede llegar a sorprender –y conmover– al espectador es el trasfondo temático de Thunderbolts*. La película, protagonizada por un grupo de inadaptados, marginados y ex-villanos, no se centra únicamente en la acción o las intrigas gubernamentales, sino que realiza un tratamiento sincero, casi terapéutico, de la salud mental, la culpa y la depresión.

Cada personaje lleva a cuestas una carga emocional particular: Bucky Barnes (Sebastian Stan) continúa luchando con su pasado como asesino; Ava (Hannah John-Kamen) lidia con un cuerpo que la traiciona constantemente; Alexei (David Harbour) y John Walker (Wyatt Russell) se enfrentan a su irrelevancia; y Yelena (Florence Pugh) es incapaz de encontrar propósito tras la pérdida de su hermana. Pero es Bob –interpretado con humanidad y vulnerabilidad por el recién llegado Lewis Pullman– quien actúa como el corazón de la cinta. Hablamos de un personaje, una especie de “superhombre frágil”, que constituye una poderosa metáfora de cómo el poder no elimina el sufrimiento, sino que a menudo lo intensifica.

Lejos de trivializar estos temas, Thunderbolts* los trata con una madurez sorprendente, entregándole al espectador escenas de introspección, silencios prolongados y momentos de desconexión emocional que resultan profundamente humanos. La película no trata de recrear una charla TEC sobre la psicología humana en la que la audiencia salga con todas las respuestas sobre su psique, sino que apuesta por mostrar la complejidad de la mente humana en entornos extremos.

Sin embargo, lo más remarcable de Thunderbolts* es que, a pesar de su tono sombrío, nunca resulta deprimente o agobiante. El guion –a cargo de Eric Pearson (Transformers One) y Joanna Calo (The Bear)– encuentra un delicado equilibrio al introducir un componente cómico que no solo aligera la carga emocional, sino que refuerza las relaciones entre los personajes. Yelena, una vez más, demuestra su maestría para la ironía y el sarcasmo sin que eso la vuelva menos trágica o vulnerable, permitiendo que su sentido del humor funcione como un mecanismo de defensa emocional. Sus diálogos e interacciones con el resto de personajes, cargados de humor seco y referencias absurdas, sirven como puntos de fuga en medio del dolor que comparten los protagonistas. El humor, en este caso, no desarma el drama, sino que lo potencia. Es un humor al servicio de los personajes, no de la taquilla.

Thunderbolts marvel
© Disney

Otro de los grandes aciertos de Thunderbolts* es el regreso al uso intensivo de efectos prácticos, contraponiéndose al CGI excesivo tan criticado en entregas recientes del UCM. Las escenas de acción se sienten físicas y reales, con un nivel de coreografía y diseño de movimiento que recuerdan más a cintas como John Wick que a las típicas batallas con croma verde de superhéroes. Desde las peleas cuerpo a cuerpo hasta las persecuciones vehiculares, todo está ejecutado con un grado de realismo que eleva la tensión y la inmersión. La cámara sigue de cerca los movimientos, permitiendo que cada golpe, caída o acrobacia se sienta orgánica y verosímil. Es un regreso necesario al cine de acción táctil: ese donde los cuerpos pesan y el peligro se siente real.

En una película coral como esta, existe siempre el riesgo de perder el foco narrativo o de relegar personajes a simples estereotipos funcionales. Pero, en este sentido, Thunderbolts* evita ese desbarajuste con un guion que sabe repartir con inteligencia el protagonismo y las motivaciones. Cada integrante del equipo tiene su arco, su momento de conflicto y su redención, sin forzar protagonismos ni caer en desequilibrios narrativos. Sin embargo, hay dos figuras que destacan especialmente: Yelena y Bob. La interpretación de Florence Pugh (Vivir el momento, Dune: Parte dos), carismática y vulnerable a partes iguales, consolida a su personaje como la nueva figura emocional del UCM. Por su parte, Lewis Pullman (Top Gun: Maverick, Cocina con química) ofrece una de las actuaciones más humanas del universo Marvel, con un personaje que podría haber caído en lo grotesco o lo ridículo, pero que se transforma en una revelación inesperada. Dos personajes cuya relación no se romantiza, sino que cae en el espectro fraternal. Algo casi espiritual. Se entienden, se cuidan, y se salvan mutuamente. Y es en esa conexión, entre dos almas rotas que aún creen en el otro, donde la película encuentra su mayor fuerza emocional.

Thunderbolts pelicula
© Disney

Por todo ello, Thunderbolts* no es solo una buena película de Marvel. Es, quizás, la primera cinta del UCM que entiende que el público ha madurado y que los superhéroes también deben hacerlo. Es una película sobre el dolor, la pérdida y el trauma, pero también sobre la posibilidad de redención y de encontrar sentido en la compañía del otro. Con un enfoque narrativo más introspectivo, un humor bien colocado, escenas de acción memorables y un elenco comprometido, se convierte en un punto de inflexión para Marvel Studios. Si este es el tono que marcará el rumbo de la Fase 6, entonces el futuro del UCM no solo sigue siendo prometedor, sino también, por fin, emocionalmente relevante.

NOTA: ★★★★☆

«THUNDERBOLTS*», YA EN CINES.


TRÁILER:

PÓSTER:

Thunderbolts poster
© Disney

¡SÍGUENOS!

Mario Hernández

Mario Hernández

Cinéfilo granadino de la generación del 98 (1998 más concretamente), amante del cine independiente y las grandes sagas. Entusiasta de una buena sesión de peli y manta y graduado en Economía por la Universidad de Granada (UGR) con nivel C1 de inglés. Ha realizado el curso de Crítica de Cine en la Escuela de Escritores de Madrid.

Política de privacidad y cookies de mundoCine

Este sitio web utiliza cookies propias y de terceros para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. Al aceptar las cookies, la información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web, ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles y para mejorar la publicidad y orientar los anuncios según qué contenido es relevante para los usuarios.