Entrevista a Mercedes Morán, Presidenta del Jurado del 28 Festival de Málaga: «Tengo mucho cariño por el Festival».
El Jurado le otorgó la Biznaga de Oro a ‘Sorda’.

Con una trayectoria impecable que la ha convertido en una de las actrices más reconocidas y respetadas del cine y la televisión iberoamericana, Mercedes Morán llegó al 28º Festival de Málaga con un papel especial: el de presidenta del jurado de la Sección Oficial. Su vasta experiencia en la actuación, que abarca tanto el cine independiente como las grandes producciones, así como su sensibilidad artística, la posicionan como una voz autorizada para evaluar las películas en competencia.
Desde sus inolvidables interpretaciones en películas como La ciénaga, El ángel o Sueño Florianópolis, hasta su presencia en series icónicas como Gasoleros o El reino, Morán ha construido una carrera que trasciende fronteras y géneros. Su capacidad para dotar de profundidad y matices a cada personaje la ha convertido en un referente indiscutible de la cinematografía argentina y latinoamericana.
Ahora, en Málaga, tuvo la responsabilidad de liderar el jurado que otorgó las distintas biznagas del festival, incluida la Biznaga de Oro, que fue a parar este año a Sorda, de Eva Libertad. Un desafío que asumió con la misma pasión que imprime en cada uno de sus proyectos.
En esta entrevista, hablamos con ella sobre su rol como presidenta, su visión del cine actual y la experiencia de ver películas desde el otro lado. El de quien debe juzgar y decidir.
El Festival de Málaga tiene un papel clave en la difusión del cine en español. ¿Qué significa para ti formar parte del jurado en esta edición?
Muchísimo. Es realmente un honor. Lo tomo como un reconocimiento enorme. Es el segundo reconocimiento grande que recibo de este festival. El primero fue hace unos años atrás cuando me hicieron el homenaje con el premio Restrospectiva y ahora ser presidenta el jurado es realmente un honor y una responsabilidad muy grande. Tengo mucho cariño por el Festival, más allá de esta dinámica personal tan afectuosa que han tenido siempre conmigo porque es de los pocos festivales donde el cine hispanoamericano se junta, se hermana, se premia, y eso más allá de lo que obviamente implica para la industria hay algo que no es tan tangible en esos términos pero sí que es fundamental que es el encuentro que vivimos toda la gente que hace cine: actores, actrices, directores, dramaturgos, productores… Porque nos comunicamos, porque compartimos, porque empezamos a trabajar juntos y empezamos a reconocernos. Aunque paradójico, pero muchas veces sin este tipo de eventos las oportunidades de poder vincularnos personalmente se hacen más escasas y eso creo que es lo que en definitiva termina enriqueciendo las producciones.
Desde tu experiencia profesional, ¿crees que tu propio trabajo y trayectoria influyen en la manera en que evalúas las películas en competencia?
Intento siempre confiar en que la experiencia que he adquirido me ha hecho mejor espectadora. No me pongo obsesiva, sino que, al contrario, intento desembarazarme de algunos vicios y poder apreciar la película, estar disponible y abierta para emocionarme, corriéndome de cualquier tipo de cosa técnica que haya podido adquirir. De todas maneras, es un trabajo por hacer. Me parece que puedo entender, al ver una película, qué decisiones ha tomado el director respecto a cómo se ha contado la historia. Como actriz, cuando trabajo en cine, simplemente me pongo al servicio de la directora o del director. He comprendido que la película es, básicamente, de quien la dirige. También he entendido la importancia que tiene la edición y el montaje. Cómo con el mismo material rodado se pueden hacer, por lo menos, dos películas diferentes. Entonces, trato de que todas estas cosas que la experiencia me ha ayudado a comprender sirvan para ensanchar mi capacidad como espectadora sin perder esa ingenuidad de quien se sienta sin expectativas ni prejuicios a que le cuenten una historia. Y tratando de mantener cierta objetividad cuando en la pantalla veo gente colega, querida, conocida. Pero bueno, nos pasa un poco a todos los jurados porque todos formamos parte de la industria, así que intentamos ayudarnos en ese sentido entre todos.
¿Qué tipo de cine te emociona más como espectadora? ¿Buscas algo en particular en una película?
Como espectadora, siempre lo que busco es que una historia, que un cuento, me modifique. Para mí, creo que la mejor experiencia es cuando una película consigue derribar algún prejuicio enraizado en mí y del que no he sido muy consciente. Cuando puedo mirar con otros ojos una realidad y despojarme de un preconcepto. Por supuesto, también valoro cuando una película me entretiene, me divierte, me emociona o me hace empatizar. Pero creo que el último fin de un cuento o de una película, es que al terminar nos sintamos menos solos. Que podamos sentir que ese dolor que padecemos, esa angustia, que hay otra gente que también la padece. Que no somos los únicos. Eso funciona como un consuelo y me parece que es el mismo tipo de consuelo y el mismo bienestar que ejercen los cuentos en la infancia.
¿Qué importancia crees que tienen los festivales como este en la carrera de los cineastas y actores emergentes?
Súper importante. Es una oportunidad maravillosa. Muchas películas, para ser más concretos todavía, las óperas primas que se estrenan en festivales, empiezan ese largo camino aquí con un gran puntapié inicial. Me parece que es un bautismo increíble. Además, es una gran oportunidad para los intérpretes. Creo que también es la posibilidad para los intérpretes, las actrices, los actores, de tener un marco rodeado de gente del ambiente de productores, que no siempre pueden verte en una sala de cine, en un teatro, junto al resto del público de a pie. Me parece que estos festivales iluminan en ese sentido, pero que, fundamentalmente, mantienen viva la importancia de hacer películas y todo lo que generan las películas en sí mismas y alrededor. Cualquiera que vive en una ciudad donde se hace un festival puede verlo claramente. Puede ver cómo se transforma la ciudad, cómo se llena de gente, todas las cosas que empieza a generar más allá de lo específico del cine. Muchas veces, hay películas maravillosas que tienen que pelear con la distribución, que no siempre es muy justa, o con la poca duración en las salas. Las plataformas en un sentido ayudan y en otro sentido restan, porque a veces hacen que las películas ni siquiera pasen por los cines. En fin, creo que los festivales son como esas tías buenas que hay en todas familias, divertidas y amorosas. Ojalá este tipo de festivales pueda seguir durante mucho tiempo porque es lo que le da sentido al cine.
El cine es un reflejo de la sociedad. ¿Has notado temáticas recurrentes en las películas que compiten este año?
Siempre. No es la primera vez que me toca estar como jurada en un festival, y me ha pasado en latitudes muy diferentes. Siempre he notado que, en el cuerpo de las 20 o 25 películas que se ven en cada edición, se podría encontrar un tema recurrente que atraviesa a todas. Supongo que eso explica la necesidad de hacer películas: expresar un tema que nos está interpelando y que nos está atravesando como sociedad.
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