CRÍTICA (27FestivalMálaga): “Dragonkeeper: Guardiana de Dragones”
Un insulso viaje por la China milenaria.

El mundo del cine y de la literatura están plagados de historias protagonizadas por el arquetipo de “el elegido”. Una figura normalmente representada por una persona joven, sobre la que reside la inmensa carga de liderar el gran cambio en el paradigma del universo que la película o novela nos plantea. Figuras bíblicas como las de Anakin Skywalker en la saga de Star Wars, Neo en la trilogía original de Matrix, o Paul Atreides en la saga literaria y fílmica de Dune. Un prototipo de personaje heroico que tiene que superar un arduo entrenamiento para poder enfrentar su destino de manera fructífera, y en el que debemos de incluir a Ping, la protagonista de la novela Dragonkeeper escrita por la australiana Carola Wilkinson, y que los directores Salvador Simó Buzon (Buñuel en el laberinto de las tortugas) y Jianping Li adaptan en esta película homónima.
Película que nos presenta, con el uso de una animación fría e incapaz de trasmitir un ápice de vivacidad y emoción al espectador, a esta joven protectora de dragones. Una huérfana que vive con su madre adoptiva bajo el yugo de un señor feudal, y que descubre tener una conexión especial con los dragones. Destinada a cambiar la relación entre humanos y dragones en la China imperial, Ping se embarcará en un viaje para salvar el último huevo de dragón, el cual ha sido robado por un malvado hechicero.

Bajo esta premisa, el guion coescrito por Ignacio Ferreras (Arrugas) y el novel Pablo Castillo nos presenta una historia tan insulsa como intrascendente. Plagado de conveniencias de guion (sobre todo entorno a Ping y su control del “Chi”), personajes estereotipados, y dinámicas entre los protagonistas que no se explotan lo suficiente como para que tengan un impacto en el desarrollo de los mismos, el guion detrás de Dragonkeeper resulta en una amalgama de situaciones y escenarios por los que pasa el personaje de Ping, a los que no se les dedica el tiempo suficiente. Un tiempo de narración escaso que impide la conexión por parte del espectador con lo que está observado, llegando a sentir una falta de contextualización perjudicial a la hora de entender las motivaciones de muchos de los personajes. Personajes que se mueven por los arquetipos que la industria del cine a definido a lo largo de su historia, pero sobre los que el guion de Dragonkeeper es incapaz de profundizar. Una falta de empatía y entendimiento que desemboca en un clímax final apático y sin ningún tipo de impacto sobre el espectador, y a lo que la animación plana y a medio pulir empleada para dibujar esta historia no ayuda.

Una coproducción hispano-china que resulta en un producto animado al que parece faltarles capas. Como si de una película animada pendiente de ser renderizada se tratase, los movimientos y expresiones faciales inertes de los personajes fallan a la hora de trasmitir esa verdad que necesita la pobre historia que se nos muestra en Dragonkeeper, haciendo que todas estas lagunas narrativas con las que cuenta el guion de la película reluzcan aún más si cabe. Una animación centrada en muchos momentos en mostrarnos amplios planos de una China milenaria que se siente del todo vacía, desaprovechando por completo la belleza visual que puede otorgar esta técnica de hacer cine.
Y es que, la puesta en escena paupérrima y la fotografía imberbe creada por Jose Manuel Piñero y Yuangfeng Zhao, provocan que la cinta no solo falle a la hora de hacer conectar al espectador con la historia, sino también a la hora de trasladarlo al centro de la acción. Una acción carente de dinamismo visual y narrativo, y que se halla bajo la dirección apática del dúo Simó – Li, quienes no consiguen hacer valer el potencial de la historia detrás de Dragonkeeper.

En definitiva, esta adaptación de la novela homónima de Carola Wilkinson supone unos inestables cimientos de la que promete ser una trilogía sobre la historia de Ping, donde la animación pobre y fría empleada es incapaz de aportar el dinamismo y emoción que se consigue implementar Arturo Carderús (Black Beach) en la banda sonora. Un paupérrimo visual y narrativo que se traduce en un viaje a través de la China milenaria de lo más apático e insustancial.
NOTA: ★★☆☆☆
“DRAGONKEEPER: GUARDIANA DE DRAGONES”, ESTRENO EN CINES EL 19 DE ABRIL.
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